El cambio social sólo es posible con el cambio de las leyes

Rafael Linares Membrilla, abogado en Tenerife, tiene la humilde aspiración a través de este blog de crear un espacio sugestivo donde el fomento y la dignificación de la emprendeduría y del trabajo autónomo tengan un papel relevante. Al igual que la mejora de la Justicia y de todos los factores que se traducen en competitividad. No olvides dejar tus comentarios.

domingo, 12 de febrero de 2012

Reforma laboral 2012: la enésima tomadura de pelo

Aún siendo como es tema central de actualidad, me resisto a valorar la reforma laboral recientemente aprobada. Me explico. Recién elegido el nuevo ejecutivo y tan pronto como comenzaron las negociaciones de los agentes sociales, presentía el fracaso del diálogo social y la aprobación por “decretazo,” de una rebaja del despido improcedente a 33 días por año trabajado.

Está la constancia en entradas anteriores de este blog. Y en su momento ya decía que mi seguridad en tal previsión futura no tenía u razón de ser en mi sagacidad, sino en lo previsible que resulta el Gobierno de Rajoy.

Es evidente que todo estaba pactado. Los sindicatos no podían dar su visto bueno a tal medida de mutuo acuerdo con la patronal, menos aún cuando actualmente se encuentran muy debilitados socialmente. Pero sí prestarían su aquiescencia, “quejándose con la boca pequeña,”, cuando el Ejecutivo lo impusiese. Sería más comprensible, toda vez que ya aceptaron los 33 días con Aznar, en circunstancias menos severas que las actuales.

¿Es eficaz esta medida? Como abogado laboralista creo que no. Y aunque todos los expertos parecen relacionar el pleno empleo con el despido libre, yo tengo mis dudas. Me pregunto al igual que ocurre con el huevo y la gallina, que ha de ser primero, si el pleno empleo o el despido libre para que se verifique tal correspondencia.

Lo que percibo primariamente es que se ha producido una rebaja de salarios aderezada más tarde con una rebaja de la seguridad en el trabajo. ¿Resultado? Baja el consumo. Si tengo menos para gastar, y tampoco me quedarán grandes recursos para atender mis deudas cuando me despidan, la lógica me obliga a no gastar.

Y si no tengo clara la decisión, ya se ocuparán los bancos de hacerme ver mi situación dejando de darme financiación cuando la solicite.

En cualquier caso el despido por improcedencia es una entelequia. Pierde su importancia a favor del despido por causas objetivas, si los requisitos de éste último están más o menos claros.

Los abogados laborales hemos asistido a una profunda evolución de los despidos por causas objetivas, iniciada por el gobierno socialista. Zapatero y su equipo inicialmente influyeron en él de forma ladina, induciendo a los jueces a favorecerlo vía jurisprudencial rebajando las exigencias. Más tarde, acometieron su reforma en el 2010, poniendo “negro sobre blanco,”, la práctica ya existente en sede judicial.

Sin embargo es ahora cuando por primera vez se trata de objetivizar dicho despido, exigiéndose una caída de las ventas durante tres trimestres consecutivos para rebajar la indemnización a 20 días.

Esta decisión sin lugar a dudas bajará el número de controversias a sustanciar ante los juzgados de lo social, por la indiscutible objetividad de su presupuesto habilitador. Ello al margen de la picaresca, claro está.

Hasta ahora el despido improcedente se utilizaba en dos supuestos. El primero aquél en el que el empresario prescinde de un trabajador sin motivo ni necesidad de dar explicación alguna. Ambos requisitos cedían con la única exigencia de satisfacer la indemnización de 45 días, solución aplaudida por el legislador desde el convencimiento más puro del “dame pan y dime tonto,”.

El segundo, cuando se preveía difícil probar la concurrencia de causas que avalasen el despido objetivo si el trabajador recurría tal decisión. No es que no existieran, pero se temía el carácter “reequilibrador,” de los juzgados de lo social a favor del trabajador. De suerte que se optaba por indemnizar con los consabidos 45 días, para dar por terminada o no permitir que naciera la controversia. Con ello no se devengabana los temidos salarios de tramitación para el caso que el juzgador estimase la improcedencia.

Ahora se ha fijado un criterio extremadamente objetivo para el despido por causas económicas (tres trimestres consecutivos de descenso en las ventas), de manera que el despido improcedente quedará relegado al único supuesto de “no me gusta tu cara, por eso te despido aunque tenga que pagarte (ahora), 33 días por año de indemnización,”.

Así las cosas, este abogado laboral extrae una conclusión evidente: la rebaja del despido improcedente es una “liebre falsa,”, la cual enmascara la verdadera realidad, el verdadero precio del despido (a secas) en España, que no es diferente a 20 días.

Partidos políticos y agentes sociales una vez más actúan a modo de prestidigitadores desposeyendo al trabajador de su capacidad adquisitiva de la manera más sutil. Lo cual aunque no se quiera creer, redunda en perjuicio del empresario, quien no podrá vender a aquél sus productos y servicios.

Vivimos en la Sociedad del Conocimiento y de las Nuevas Tecnologías, y nos siguen tomando “el pelo como a chinos,”.

¿Creará esta medida empleo en España? Desafortunadamente no. No creo que ahora acudan en masa grandes multinacionales a instalarse aquí, contrarrestando la sangría de empleos derivada de la pérdida de nuestro tejido empresarial, constituído por PYMES y autónomos.

¿Dónde están las medidas anunciadas en campaña preelectoral favorables al empleo autónomo? Brillan por su ausencia. Informalmente se dice que no hay fondos suficientes para promoverlo vía subvención. Cuando no se trata de eso, sino de dignificarlo en el ámbito educativo, procurándole al tiempo un marco legal que lo haga más atractivo.

Si la reforma laboral era uno de los tributos que había que realizar a la eurozona para que nos permitan seguir viviendo, hecho está. Veamos ahora su verdadera repercusión.

A título personal sigo considerando más efectivo incidir en la reforma financiera y también en la de las administraciones. Por cierto, esta última parece haber quedado en el olvido, y mientras los políticos no den ejemplo, poco más podrán exigir al pueblo llano.

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